Corea del Sur ha comenzado a endurecer su postura ante las provocaciones norcoreanas, que tradicionalmente ha estado marcada por la contención. El presidente, Lee Myung-bak, ha anunciado hoy que reforzará las tropas destacadas en la isla de Yeonpyeong, que fue atacada el martes pasado por el ejército norcoreano, con un balance de cuatro muertos -de ellos, dos civiles- y 18 heridos surcoreanos. Al mismo tiempo, Pyongyang ha amenazado con nuevos bombardeos si el Sur lleva a cabo "provocaciones militares insensatas".
La escalada de tensión ha vuelto la mirada sobre China, el aliado más cercano de Corea del Norte, cuyos líderes se han pronunciado hoy por primera vez sobre el incidente. El primer ministro, Wen Jiabao, ha pedido a todas las partes la "máxima contención", y ha repetido la llamada hecha anteriormente por el ministerio de Exteriores sobre la necesidad de relanzar las conversaciones internacionales para el desmantelamiento del programa nuclear norcoreano. Wen ha dicho que esas negociaciones -en las que, además de Corea del Norte, Corea del Sur y Estados Unidos, participan China, Rusia y Japón- son la mejor forma de asegurar la estabilidad y la desnuclearización de la península coreana.
"China está comprometida firmemente a mantener la paz y la estabilidad en la península coreana y se opone a cualquier acto militar de provocación", ha afirmado en Moscú, donde se encuentra en visita de Estado. No está claro, sin embargo, si sus palabras se refieren al ataque de Pyongyang o a las maniobras militares que tienen previsto efectuar Estados Unidos y Corea del Sur en la zona a partir del domingo. En una muestra de la complejidad de la situación, el ministro de Exteriores chino, Yang Jiechi, ha pospuesto la visita que tenía prevista a partir de mañana viernes a Corea del Sur. Según Seúl, por problemas de agenda
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